El desarrollo de todo ser humano está atravesado por infinitos procesos de crecimiento , muchos de los cuales son a partir de momentos dolorosos. Algunos de ellos esperados y otros sorpresivos. La muerte de un familiar, una separación, el nacimiento de un hijo, un cambio de trabajo, una mudanza. Son situaciones que nos pueden estresar, generar nuevos interrogantes y ser motivo de una búsqueda de ayuda profesional.
También existen motivos que no necesariamente tienen que ver con un hecho externo o una modificación de nuestro entorno. Hay problemáticas existenciales que muchas veces acarreamos toda una vida y que se manifiestan a la luz de las crisis vitales. Las preguntas más fundantes de nuestro ser orientadas hacia el por qué de nuestra existencia, el para qué de nuestro devenir o cuál es la forma en que querríamos vivir nuestra vida son otros motivos de consulta.
Por último, pero no menos importante, tenemos la cuestión del desarrollo de nuestro ser en todo su potencial. La búsqueda de una vida plena. El autoconocimiento como herramienta de exploración de nuestra totalidad. El conocernos profundamente ayuda a que tengamos más recursos para afrontar momentos conflictivos al mismo tiempo que nos permite ir viviendo cada día de una forma más plena, más coherente con nuestra esencia, más armónicos.
Cualquiera de estos tres conjuntos de motivos pueden ser la razón que nos lleve a buscar ayuda en un otro para que nos acompañe en un proceso de sanación.
