24 de septiembre de 2014

Sobre la meditación - Krishnamurti


krishnamurti
Entrevistador: ¿Qué entiende usted por meditación? La palabra aparece con frecuencia en sus libros. Antes de venir a verlo, la busqué en el diccionario Oxford, y dice que meditar significa entregarse al pensamiento. Pero usted no quiere que nosotros hagamos eso.

Krishnamurti: Uno tiene que investigar esto para saber qué significa realmente; para mí es una de las cosas más importantes.

Entrevistador: ¿Podría ello explicarse mejor si usted me dijera lo que la meditación no es?

Krishnamurti: Iba a sugerir justamente eso. Vea, existen distintas escuelas de meditación. Ofrecen diversos sistemas, métodos, y dicen que si uno practica estos métodos día tras día, obtendrá cierta forma de iluminación, cierta experiencia extraordinaria. En primer lugar, toda la idea de los sistemas y métodos implica repetición mecánica, y eso no es meditación. Ahora bien, ¿es posible no dejar que la mente se embote por la repetición y estar alertas a este movimiento del pensar, sin reprimir, sin tratar de controlar los pensamientos, sino sólo estar atentos a todo este impulso del pensar, a este parloteo constante?

Entrevistador: Pero nosotros verbalizamos nuestros pensamientos todo el tiempo, ¿no es así?

Krishnamurti: De eso se trata. El pensamiento existe sólo en palabras o en imágenes. La meditación exige la más extraordinaria de las disciplinas, no la disciplina de la represión y el ajuste, sino esa que surge cuando uno observa su pensar, cuando hay una observación del pensamiento. Esa observación misma trae su propia disciplina, una disciplina extraordinaria, sutil, que es absolutamente necesaria.

Entrevistador: ¿Para esto tiene uno que descartar el tiempo?

Krishnamurti: Señor, usted puede hacerlo en cualquier momento. Puede hacerlo cuando está sentado en un autobús, o sea, que puede prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa a su alrededor y a lo que ocurre dentro de usted, puede estar alerta a todo ese movimiento. Vea, la meditación es en realidad una forma de vaciar la mente de todo lo conocido. Sin esto, usted no puede dar con lo desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que vaciarse de todo el pasado. La Verdad, o Dios, o cualquier nombre que uno quiera darle, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda, del condicionamiento. El cristiano está condicionado por dos mil años de propaganda; el hindú, el budista, están igualmente condicionados. De modo que para ellos Dios o la Verdad es el resultado de la propaganda. Pero eso no es la Verdad. La Verdad es algo que vive día a día. Por lo tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la Verdad.

Entrevistador: ¿Uno borra la pizarra, por así decirlo?

Krishnamurti: Eso es la meditación.

Entrevistador: Y entonces uno alcanza esta percepción relajada y total de “lo que es”.

Krishnamurti: De “lo que es”, correcto. Y “lo que es” no es algo estático, es extraordinariamente activo. Y, por lo tanto, la mente que de verdad se halla en meditación, la mente meditativa, es una mente muy silenciosa, y ese silencio no es producto de la supresión del ruido. No es lo opuesto del ruido. Adviene cuando la mente se ha comprendido por completo a sí misma; en consecuencia, no hay en ella ni un solo movimiento, lo cual implica que las células cerebrales mismas se han aquietado. Y entonces todo ocurre en ese silencio. Es algo extraordinario, si es que uno lo ha observado. Ésa es la verdadera meditación, no toda esta falsa aceptación de la autoridad, la repetición de palabras y todo ese negocio. Todo eso es un desatino.

Entrevistador: ¿Puedo tratar de recapitular, y usted me dirá si he entendido mal? La meditación, a mi parecer, es el proceso esencial para liberarnos del condicionamiento.

Krishnamurti: Así es, correcto.

Entrevistador: Y si yo descarto este peso muerto de la autoridad, si descarto todo lo que me han dicho, en ese instante estaré totalmente solo, pero en ese estar solo tengo una oportunidad de comprender lo que realmente soy.

Krishnamurti: Y lo que es la Verdad o Dios o el nombre que usted prefiera darle.

(Extracto del libro Encuentro con la vida, de Jiddu Krishnamurti)

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