Krishnamurti: Uno tiene que investigar esto para saber qué significa realmente; para mí es una de las cosas más importantes.
Entrevistador: ¿Podría ello explicarse mejor si usted me dijera lo que la meditación no es?
Krishnamurti: Iba a sugerir justamente eso. Vea,
existen distintas escuelas de meditación. Ofrecen diversos sistemas,
métodos, y dicen que si uno practica estos métodos día tras día,
obtendrá cierta forma de iluminación, cierta experiencia extraordinaria.
En primer lugar, toda la idea de los sistemas y métodos implica
repetición mecánica, y eso no es meditación. Ahora bien, ¿es posible no
dejar que la mente se embote por la repetición y estar alertas a este
movimiento del pensar, sin reprimir, sin tratar de controlar los
pensamientos, sino sólo estar atentos a todo este impulso del pensar, a
este parloteo constante?
Entrevistador: Pero nosotros verbalizamos nuestros pensamientos todo el tiempo, ¿no es así?
Krishnamurti: De eso se trata. El pensamiento existe
sólo en palabras o en imágenes. La meditación exige la más
extraordinaria de las disciplinas, no la disciplina de la represión y el
ajuste, sino esa que surge cuando uno observa su pensar, cuando hay una
observación del pensamiento. Esa observación misma trae su propia
disciplina, una disciplina extraordinaria, sutil, que es absolutamente
necesaria.
Entrevistador: ¿Para esto tiene uno que descartar el tiempo?
Krishnamurti: Señor, usted puede hacerlo en
cualquier momento. Puede hacerlo cuando está sentado en un autobús, o
sea, que puede prestar atención, observar, estar atento a lo que pasa a
su alrededor y a lo que ocurre dentro de usted, puede estar alerta a
todo ese movimiento. Vea, la meditación es en realidad una forma de
vaciar la mente de todo lo conocido. Sin esto, usted no puede dar con lo
desconocido. Para ver algo nuevo, totalmente nuevo, la mente tiene que
vaciarse de todo el pasado. La Verdad, o Dios, o cualquier nombre que
uno quiera darle, debe ser algo nuevo, no el resultado de la propaganda,
del condicionamiento. El cristiano está condicionado por dos mil años
de propaganda; el hindú, el budista, están igualmente condicionados. De
modo que para ellos Dios o la Verdad es el resultado de la propaganda.
Pero eso no es la Verdad. La Verdad es algo que vive día a día. Por lo
tanto, la mente debe vaciarse para poder mirar la Verdad.
Entrevistador: ¿Uno borra la pizarra, por así decirlo?
Krishnamurti: Eso es la meditación.
Entrevistador: Y entonces uno alcanza esta percepción relajada y total de “lo que es”.
Krishnamurti: De “lo que es”, correcto. Y “lo que
es” no es algo estático, es extraordinariamente activo. Y, por lo tanto,
la mente que de verdad se halla en meditación, la mente meditativa, es
una mente muy silenciosa, y ese silencio no es producto de la supresión
del ruido. No es lo opuesto del ruido. Adviene cuando la mente se ha
comprendido por completo a sí misma; en consecuencia, no hay en ella ni
un solo movimiento, lo cual implica que las células cerebrales mismas se
han aquietado. Y entonces todo ocurre en ese silencio. Es algo
extraordinario, si es que uno lo ha observado. Ésa es la verdadera
meditación, no toda esta falsa aceptación de la autoridad, la repetición
de palabras y todo ese negocio. Todo eso es un desatino.
Entrevistador: ¿Puedo tratar de recapitular, y usted
me dirá si he entendido mal? La meditación, a mi parecer, es el proceso
esencial para liberarnos del condicionamiento.
Krishnamurti: Así es, correcto.
Entrevistador: Y si yo descarto este peso muerto de
la autoridad, si descarto todo lo que me han dicho, en ese instante
estaré totalmente solo, pero en ese estar solo tengo una oportunidad de
comprender lo que realmente soy.
Krishnamurti: Y lo que es la Verdad o Dios o el nombre que usted prefiera darle.
(Extracto del libro Encuentro con la vida, de Jiddu Krishnamurti)
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